jueves, 12 de marzo de 2015

El Delta a punto



El delta del río Llobregat y el Macizo montañoso del Garraf configuran el telón de fondo típicamente mediterráneo que queda al sur de Barcelona. El litoral, con arenales sin fin, aguas limpias y, sobre todo, un curioso aislamiento de la capital -en realidad muy cercana- se convierte en el destino de muchos barceloneses durante los fines de semana veraniegos. Esta pequeña guía ayudará al visitante a huir de la saturación turística de la capital catalana y a descubrir los reclamos de la zona. Todo, a menos de una hora de la ciudad y sin necesidad de usar el coche.

VILADECANS




Las playas de Viladecans son un tesoro por descubrir. Hace décadas se las conocía por su contaminación (no existía la macrodepuradora de El Prat) y por la presencia de dos cámpings emblemáticos, el Toro Bravo y la Ballena Alegre. Los recintos se clausuraron en 2005, afectados por la ampliación del aeropuerto del Prat. Desde entonces, las pinedas y las palmeras campan a sus anchas y toda la zona que rodea los arenales, cercada por unas vallas intimidatorias, tiene un aspecto que recuerda a los campamentos de la serie Perdidos.

Hay que huir de la zona del parking (acceso Murtra), pues es la más frecuentada -sin olvidar que aquí está el chiringuito Lluna Plena, siempre a rebosar- y caminar hacia la playa de Cal Francès (acceso Pineda). Si no fuera por los aviones que continuamente despegan a muy poca distancia (tan integrados en la experiencia como el mar y la arena), se tendría la seguridad de estar muy lejos de la civilización.

Además, los amantes de la naturaleza pueden pasear por los espacios naturales del estanque del Remolar y las marismas de las Filipinas. Son accesibles desde la playa de Cal Francès, aunque conviene informarse bien de las rutas para no acabar perdido por las marismas y los cercanos campos de alcachoferas.


Cómo llegar: combinación de tren (Línea R2, estación Viladecans) y bus urbano (VB4) o con los autobuses L94 y L95.